Cada año, en nuestro país, más de 72.700 conductores se equivocan al echar el combustible correcto en su vehículo. Para ello, el RACE ha analizado más de 1.100.000 asistencias realizadas durante el año 2015, trasladando este cálculo a la totalidad del parque de turismos, motos y furgonetas de España (excluyendo camiones y otros vehículos con una casuística muy baja).
Entre las consecuencias derivadas de estos errores se encontrarían las averías mecánicas en el vehículo, sobre todo daños graves en el sistema de alimentación, bombas y filtros, así como el problema medioambiental que supone no tratar de forma correcta el combustible desechado si no se trata de acuerdo con las normas de reciclaje correctas.
¿Qué puede suceder si nos equivocamos? Si nos damos cuenta del error en la propia estación de servicio, podemos minimizar sus consecuencias, ya que se puede actuar de forma rápida (consulta los consejos que encontrarás al final de esta nota). El problema lo tenemos si circulamos con el combustible equivocado, lo que puede provocar daños de importancia en el vehículo, según el tiempo o los kilómetros recorridos. Pero no es el único problema. Muchas veces, en un intento de vaciar el depósito sin la técnica adecuada, podemos dañar manguitos, filtros o componentes del sistema de alimentación. Y lo que es peor, corremos el riesgo de sufrir un incidente grave o una explosión, ya que no se controlan los gases que emanan del combustible al aire, ni se realiza teniendo en cuenta la electricidad estática o el equipo de protección personal adecuado.
En la mayoría de los casos, la asistencia en carretera de nuestro aseguro nos ofrecerá llevarnos nuestro vehículo a un taller profesional, lo que, además de dejarnos sin cochedurante un tiempo, con la necesidad de buscar un medio de desplazamiento alternativo, procederán a desmontar el depósito, bombear la gasolina equivocada y sacar el filtro principal, que es lo que en el mejor de los casos supondría la reparación, implicando un importante gasto.